PUNTILLISMO A FINALES DEL SIGLO XIX
El puntillismo o neoimpresionismo es una técnica que consiste en aplicar sobre el lienzo (en vez de trazos o pinceladas) pequeños puntos de colores primarios que combinados y mirados desde cierta distancia forman en la retina la imagen y el cromatismo deseados por el artista y que al ser vistos desde una cierta distancia, componen figuras y paisajes bien definidos.
George Seurat (1859-1891) es considerado el iniciador del puntillismo. A pesar de su corta vida, ha pasado a formar parte de la historia del arte universal con sus obras basadas en la racionalización de las emociones, las escenas y los colores. En 1884 fundó la Société des Artistes Indépendants. Allí trabó amistad con Paul Signac, que compartió con él las ideas y técnicas puntillistas. Ese mismo año, Seurat comenzó la creación de su obra maestra, Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte, que le llevó dos años de trabajo y se convirtió en uno de los iconos de la pintura del siglo XIX.
Baño en Asnières es un magnífico cuadro donde se muestra una visión duradera de la realidad.
El otro seguidor de esta técnica del puntillismo fue Paul Signac (1863-1935), quien introduciría ciertos cambios respecto a su compañero. Transforma los pequeños puntos en pinceladas más amplias aportando mayor dinamismo a los cuadros que su compañero, a pesar de que continua con las ideas científicas. De sus obras destacamos El retrato de Feneon (1880), Saint-Tropez o El castillo de los papas, estas dos últimas inspiradas en sus viajes por el Mediterráneo, escenario de gran parte de su vida.
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